El día de ayer nuestro país superó la terrible cantidad de 50, 517 fallecidos por COVID19. Una cifra escalofriante, terrible. Una verdadera tragedia.

A principios de enero, cuando nos enterábamos de lo que estaba sucediendo en China o empezaba a suceder en algunos países europeos, sorprendía saber que nuestro gobierno se pronunciaba «listo» y presumía estar preparado para enfrentar la pandemia. Sorprendía porque conocíamos cómo estaba en ruinas nuestro sistema de salud. Sin embargo, ellos decían que no había nada de qué preocuparse.

Hoy, a siete meses de aquello, la dura realidad nos golpea en la cara y nos dice que estamos en el tercer lugar en el número de fallecidos en el mundo y ocupamos el sexto sitio en la cantidad de personas que han contraído el coronavirus, según los datos de la Universidad Johns Hopkins.

Y el gobierno dice que el manejo que han tenido ha sido un éxito. Dicen que «se aplanó la curva» desde hace mucho; dicen que tenemos camas suficientes para atender a los enfermos y dicen que ya salimos de esto. Ellos dicen eso, pero nosotros vemos que su discurso se derrumba con 50, 517 fallecidos.

Apostaron por la llamada «inmunidad de rebaño», porque al Subsecretario de Salud le parecía que esa era la mejor estrategia; lo hemos escuchado decir que era mejor que se contagiara mucha gente, muchos niños, en lugar de unos cuantos. No tuvieron siquiera el valor de reconocer que esa era su estrategia, hasta para eso han sido cobardes.

El pueblo ha recibido mensajes contradictorios, al tiempo que ha aprendido a repetir que «la culpa es nuestra», porque desde las instancias de gobierno se han empeñado en difundir esa idea absurda. Nadie, nadie de los que apoyan a éste gobierno mezquino, es capaz de decir que en esto también ellos tienen responsabilidad. Aprendieron a repetir que la culpa es de las enfermedades crónicas y no de quienes no planearon que ante tanta obesidad o diabetes, lo que más urgía era impedir que las personas se contagiaran.

50, 517 vidas perdidas. Muchas de ellas pudieron evitarse. Unos y otros, seguidores y aplaudidores del gobierno o los mismos responsables de la salud en México lo saben. A diferencia de ellos, a nosotros no nos mueve más la defensa de políticos incompetentes que las vidas rotas de decenas de miles de familias que hoy lloran en nuestro país.

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