Hugo López-Gatell y su equipo encontraron el pretexto perfecto para librarse de la responsabilidad que tienen ante tanta muerte por COVID19 en nuestro país: las comorbilidades.

Desde que el número de muertes empezó a aumentar de forma dramática, el «rockstar» de la #T4 empezó a deslizar, cada vez con mayor frecuencia, la idea de que en México hay mucha gente obesa, mucha gente con diabetes y en general, todas las afectaciones que trae el síndrome metabólico.

Nadie niega que esto sea verdad, de hecho es bien sabido que nuestro país es uno de los primeros en la lista de casos de diabetes en el mundo. No el primero, pero sí uno de los más afectados.




Según la Federación Internacional de Diabetes (FID), antes que México están China (con alrededor de 110 millones de personas adultas con la enfermedad), India (con alrededor de 69.2 millones de personas adultas con la enfermedad), Estados Unidos (con alrededor de 29 millones de personas adultas con la enfermedad), Brasil (con alrededor de 14 millones de personas adultas con la enfermedad) y después México, con 11.5 millones de enfermos. En proporción al tamaño de la población, sí somos el país número uno en el mundo.

Si observamos con atención estos datos, podemos ver que tres de los países con mayor número de diabéticos en el planeta, son hoy por hoy de los que encabezan la lista de países con mayor letalidad o mortalidad por COVID19 en el mundo, pero los otros dos no lo son. China e India están muy lejos de ser de los países más letales para el coronavirus. Ya de entrada, con esta discrepancia, es aventurado hacer una afirmación como la que López-Gatell hace. No existe un estudio serio sobre esta correlación entre diabetes y letalidad por COVID19. Se cree que pudiera incidir, pero no está demostrado.

Para el caso de la obesidad, pasa más o menos lo mismo. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, para 2019 Estados Unidos tenía un 38.2% de su población con problemas de obesidad, después estaba México con el 32.4%, en seguida Nueva Zelanda con un 30.7%, Hungría con el 27.9%, le seguía Australia con el 27.9%, Reino Unido con el 26.9%, Canadá con el 25.8%; Chile con el 25.1%, Finlandia con el 24.8% y Alemania con el 23.6% de su población.

Estos datos nos muestran que si bien pudiera existir una correlación entre obesidad y letalidad por COVID19, esto no queda claro cuando observamos que Nueva Zelanda, Australia, Canadá o Chile, no están ni con mucho cerca de la letalidad que hay en México para el caso del coronavirus. Nuevamente, no existe un estudio serio que demuestre que es un factor comprobado de riesgo para ello.

Para poder hacer este tipo de afirmaciones se necesita que esto haya sido demostrado científicamente; después haberlo observado en diferentes poblaciones con características similares y compararlo, también de forma científica, con poblaciones que no tengan este tipo de padecimientos. Sólo en ese momento y no antes, se puede decir sin temor a mentir que esto es una verdad científica.

Así, a simple vista, nosotros podríamos hacer la afirmación contraria: no existe correlación entre el mayor número de muertes por COVID19 y la diabetes o la obesidad. Basados en que hay más países que no han presentado la cantidad enorme de muertos que han presentado los que aparecen en las listas, podríamos decir que esta correlación está sólo en la cabeza de López-Gatell y su equipo. ¿Alguien podría tener la certeza que nuestra afirmación es falsa? No, nadie la tiene, por lo mismo: no existen estudios científicos serios que hayan confirmado esto. Ni para un lado, ni para el otro.

López-Gatell encontró al «chivo expiatorio» perfecto y le ha sido fácil que su idea haya logrado permear en la sociedad, sobre todo en aquella que apoya a la #T4 haga lo que haga. Así, sin base científica, nomás porque se los dijo el gobierno. Pero para desgracia de ellos, la ciencia no funciona así.



La única certeza que tenemos hoy por hoy, es que somos el sexto país con mayor número de muertos por COVID19 en el mundo; que acabamos de superar a España; que hoy rebasaremos a Francia; que a mediados de mes habremos superado a Italia y que a finales de julio o principios de agosto habremos también superado a Reino Unido y seremos el tercer país en el mundo con el mayor número de fallecimientos por COVID19, sólo detrás de Brasil y Estados Unidos.
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Seguramente los seguidores de López Obrador seguirán atribuyendo a estas causas la alta letalidad y la mortalidad en nuestro país, creyendo que con eso la responsabilidad criminal de López-Gatell y su equipo se puede diluir, pero es exactamente lo contrario: si ellos sabían que la obesidad o la diabetes eran factores de riesgo para que hubiera más fallecimientos por coronavirus, su obligación era implementar medidas muchísimo más estrictas que las que implementaron. Al ser un país de obesos y de gente con diabetes, los controles tendrían que haber sido muchos y más duros, porque al final se trataba de salvar vidas. Gordos y diabéticos también tenían ese derecho.

Parece que López-Gatell y su equipo decidieron que las personas con estas comorbilidades podrían morir sin ningún problema. Si su certeza (no científica) fuera correcta, entonces los dejaron morir. Los están dejando morir.

 

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