Ya lo dijo la misma María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, cuando presentó ante el Instituto Nacional Electoral (INE) la aspiración del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) de aparecer por medio de ella, la vocera, en la papeleta de la elección federal de 2018: “el sistema electoral no está hecho para que seamos los pueblos de abajo los que gobernemos”.
Hoy, las palabras de Marichuy se hacen más que evidentes, cuando vemos que la famosa aplicación que el INE pagó para que se registraran las firmas está siendo rechazada, no solo por ella, sino por todos los aspirantes a candidatos independientes que presentaron solicitud ante el mismo instituto.
Los motivos en todos los casos es el mismo: la aplicación no funciona, se queda «colgada» leyendo los registros y cuando bien les va a los auxiliares que recaban las firmas, se tarda entre media y una hora completa en recibir la notificación de que el registro fue exitoso.
Definitivamente la «App» fue hecha para que no funcione. Que no nos quieran vender que el INE cometió un error en la contratación de la empresa que creó la aplicación y que no sabían que no iba a funcionar. La verdad es que así fue creada, justamente para eso, para que falle y que sea prácticamente imposible lograr las 800 y tantas mil firmas que se necesitan para lograr dicha proeza.
Para el caso de los pueblos indígenas, que son el sector donde mayor aceptación podría tener la aspiración del CIG, la situación entonces se convierte en algo realmente imposible. ¿De dónde saca el INE que en todo el territorio nacional hay teléfonos de gama media y alta para llevar acabo la función de escanear las firmas?
Les recordamos que la intención de participar en la elección de 2018 por parte del CNI/EZLN, no es para llegar a la presidencia del país, sino para arruinarles «su fiesta».