Sinaloa sigue siendo campo de batalla entre los sicarios del mal gobierno y los del crimen organizado. Parece ser que desde hace algunos meses, después de la ‘captura’ del lídel del Cártel de Sinaloa, El Chapo, el reacomodo ha dado lugar a enfrentamientos entre aquellos que se disputan la plaza y los que están designados para proteger a quien ya se la otorgaron. En poblados cercanos al puerto de Mazatlán, las balaceras entre soldados y delincuentes se han vuelto el pan de cada día. Y cuando los que no están uniformados, pierden, amenazan a los que sí lo están.
