En el país de la desigualdad, donde cohabitan el hombre más rico del mundo y el jornalero mexicano; para los pobres está prohibido alzar la voz y pedir un poco más de ‘pastel’. Las rebanadas grandes son para ELLOS y para NOSOTROS las migajas. Las duras condiciones de vida de más de 9 millones de personas, familias completas de jornaleros, son verdaderamente lamentables. ¿Será que son invisibles para los ojos de quienes mal gobiernan México? La esclavitud es una realidad, no ninguna cosa del pasado.
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