A los mexicanos racistas, clasistas, petulantes,
intelectualoides y otras especies afines
con frustración y rabia.
La realidad que conciben los imbéciles es una realidad ideológica que, aparentemente, carece de fisuras y de contradicciones. Estructurando sus vivencias mediante una única lectura posible, el imbécil -tanto como el dogmático- no sabe, ni le interesa saber; no escucha, ni le interesa escuchar; no analiza, ni le interesa analizar; no empatiza, ni le interesa empatizar.
El imbécil se define frente al Otro como encarnación impoluta de la verdad y de la razón y, cuando el Otro deviene en espejo de sus prácticas y representaciones incongruentes y confusas, se decanta por la eliminación de los datos que ese Otro le proporciona.
En el acto de suprimir esa información especular, el imbécil fulmina al Otro, lo descarna para proteger y robustecer su propia encarnación. En este proceso, el imbécil pierde gradualmente su propia humanidad.
Anel Hernández Sotelo