La imagen de Aylan Kurdi, el pequeño niño sirio que murió en una playa en Turquía, nos estremeció a todos. Es verdad, la sola imagen es muy triste y nos conmueve pensar que su inocencia terminó allí, en la arena de un país ajeno a él; pero NOSOTROS tenemos nuestras propias historias de horror y de muerte en las fronteras de nuestro país, tanto en el sur, como en el norte. Miles de niños migrantes han muerto en su intento por llegar a los Estados Unidos y de ellos nadie hace fotos, nadie hace presión para pedir justicia por sus vidas inocentes perdidas y nadie habla. La pérdida de una vida de un menor, es una tragedia por si misma, ya sea en Turquía, con un niño sirio, o en México, con los niños centroamericanos y mexicanos que han muerto al tratar de llegar al Norte.
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