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La ‘Premio Nobel de la Paz’ se olvidó que en México no hay paz; se olvidó también del motivo por el que le otorgaron tan devaluado galardón (recordar que lo ha recibido Obama). Unos miles de dólares, con cargo al erario público, le hicieron cambiar su supuesta vocación pacificadora y conciliadora; así que sin más ni más, se planta en nuestro país y empieza a ‘sembrar de dudas’ el terrible caso de la desaparición forzada de 43 de los nuestros en septiembre de 2014. Llamó a los padres de los compañeros a decir ‘la verdad’ y no sabemos a qué verdad se refiera, porque desde los espacios donde han podido ser escuchados, siempre la han dicho: #FueElEstado.  Es por eso que no debe extrañarnos que en un acto, donde también estaba el ‘gobernador’ de Guerrero, Rogelio Ortega, una digna joven, ganadora de varios reconocimientos por su labor artística, le reprochara su actitud mezquina y la rematara con un «pedir un minuto de silencio, por cada uno de los desaparecidos, de los muertos, en nuestro estado, en nuestro país; es condenarnos al silencio eterno».

Además de ir a hacer el ridículo completo al estado de Guerrero; Rigoberta Menchú se ‘suicidó’ al llegar a apapachar a uno de los gobiernos criminales en extremo, que padece nuestro país. ¡Miren que aplaudir el respeto de los Derechos Humanos en Veracruz, es un verdadero suicidio! ¿Cuánto habrá costado semejante declaración? ¿Cuánto le dio el delincuente Javier Duarte? Lo que nos queda claro, es que cualquiera podría recibir el devaluado Premio Nobel y que esto no debe sorprendernos.

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