Hace apenas una década, el estado de Guerrero era el lugar favorito para el mexicano que quería pasar unas vacaciones en sus playas. Después, Acapulco se convirtió en la ciudad más peligrosa de México e incluso fue la tercera en el mundo. ¿Cómo llegamos a esto? Hoy, toda la entidad está manchada de sangre; los asesinatos, las balaceras, los secuestros, los miles de desplazados y un sin fin de delitos, son la característica principal del estado más conflictivo del país.
Grupos armados se pasean por el estado; secuestran, amenazan, cobran ‘derecho de piso’, asesinan y nadie (ni los miles de militares y policías) parece tener la menor intención de actuar verdaderamente. Tan solo hace dos días, un nuevo ‘levantón’ a seis personas en Chilpancingo, nos deja claro que en Guerrero, no hay ley.
35 escuelas que han cerrado, porque los criminales extorsionan a los profesores y, ante el miedo, deciden pedir ayuda a los sicarios del gobierno. El problema es que, militarizan las escuelas ¿para que los niños crezcan creyendo que es ‘normal’ salir de clases y ver soldados y hombres armados? ¿De eso se trata todo? ¿Le llamamos DICTADURA MILITAR o nos esperamos otro poquito?