Son un cáncer para el pueblo; no están para ayudar a la gente, para vigilar las calles y trabajar en favor de la ciudadanía. Los sicarios de azul del mal gobierno, son eso: sicarios. Las actitudes prepotentes, la nula preparación (muy a propósito, por cierto) y los inexistentes controles sobre sus actividades, dan como resultado una policía que se convierte en enemiga del pueblo. Son indolentes, son agresivos, se toman muy en serio eso de que son ‘autoridad’, pero no usan ese poder contra la delincuencia, lo hacen contra el más indefenso. Este es un caso indignante; ¿qué daño tan ‘grave’ le haría a estos policías, una mujer que sale a vender fresas?
