Si pasamos por alto los detalles que encierran los hechos de violencia en México, no podremos entender qué está pasando. Desde hace varios días, en Juchitán, Oaxaca, la muerte se apoderó de las calles. No tendría ningún sentido que en un municipio tan pequeño y lejano a cualquier ciudad ‘importante’, estuvieran ocurriendo cosas así y mucho menos que el mal gobierno decidiera enviar sicarios con uniforme para ‘contener la escalada de violencia’; pero cuando observamos de cerca y notamos que en ése lugar de Oaxaca están asentadas empresas multinacionales que pretenden construir parques eólicos, para producir energía ‘limpia’ y que los quieren hacer justamente en terrenos de comunidades indígenas que se niegan a entregar sus territorios, entonces las cosas cobran sentido.
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