Un ex priísta, ejecutor del fraude electoral donde Salinas ‘ganó’ la presidencia, hoy vestido de ‘demócrata’ se atreve a decir que otro priísta debe renunciar. La idea es buena, pero solo en parte, porque todos sabemos que eso no resolvería el problema. Esta es la demagogia de los que ahora dicen ser de izquierda: unas cuantas frases incendiarias, unas cuantas verdades que todos ya conocíamos y sienten haber cumplido con su labor. Son lo mismo.
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