Estamos condenados a vivir en la pobreza. Cuando menos, mientras el pueblo siga optando por sostener a un gobierno como el que tenemos. No hablamos de partidos, más bien de un sistema corrupto que además empobrece a los ciudadanos de manera programada y perfectamente planificada. Por más que el mexicano trabaje y se esfuerce, el sistema impide que la expectativa económica de las familias crezca. Es un juego perverso en el que los ricos se hacen cada vez más ricos y son cada vez menos, mientras que los pobres son cada vez más pobres y son más.
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