Durante este fin de semana, la organización yihadista ejecutó una ofensiva en Siria que se saldó con al menos 135 personas asesinadas y hasta 400 secuestrados. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, de los 135 asesinados, 80 pertenecían a las fuerzas de seguridad de Siria; pero otras fuentes, como la cadena panárabe con sede en Líbano Al-Mayadeen TV o, sobre todo, la agencia oficial de noticias siria SANA estiman que las cifras de víctimas civiles rondan los 300, la mayoría mujeres y niños.
La matanza vuelve a poner de manifiesto la extraordinaria importancia estratégica tanto de la ciudad de Deir al Zor como de la provincia con la que comparte el nombre, rica en petróleo y conectada con Raqqa, la capital ‘de facto’ del «califato» de Estado Islámico declarado por Abú Bakr Al Bagdadi. Es por ello que, nada más tener conocimiento del asalto, aviones de combate rusos, aliados de Al Assad, han desencadenado potentes bombardeos sobre las posiciones de Estado Islámico en la ciudad, según informa la cadena panárabe Al Yazira.
El primer ministro sirio, Wael al Halaqi, ha condenado la «barbarie perpetrada por las hordas de Estado Islámico», y que «descansa sobre los hombros de los estados que apoyan el terrorismo y financian organizaciones de herejes que solo albergan odio hacia la humanidad entera».