Está de más decir que sí, que Enrique Peña Nieto es el ilegítimo más repudiado que se ha sentado en la silla presidencial. No hay sitio, desde que compró la presidencia, en que no haya habido muestras de repudio a su mal gobierno y a su propia persona. Es explicable el por qué siempre habrá de acompañarse de decenas o centenas y hasta miles de sicarios uniformados. La realidad es que si se paseara un minuto por las calles de cualquier rincón del país, sin sus escudos, no duraría vivo un minuto.
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