Un estado lleno de violencia. Abandonado, muy a propósito, por quienes tendrían que brindar la seguridad. Los gobiernos municipales, el estatal, las policías y los sicarios de verde del mal gobierno, infiltrados y coludidos con el crimen. Y el mal gobierno, para rematar, envía a un incompetente delincuente a terminar la obra que empezaron años atrás. Dicen los voceros y aplaudidores del sistema, que ‘solo son regiones perfectamente focalizadas’ donde no se ha podido instaurar la paz; pero los habitantes de Michoacán saben que esto no es así.
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