La madrugada del martes, dos sobrecargos jubilados que mantenían la guardia en las instalaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México fueron sorprendidos por personal de seguridad y de la policía capitalina, quienes desmantelaron el plantón que permanecía ahí desde el 2011, cuando más de 700 sobrecargos se quedaron sin empleo por el intempestivo cierre de la aerolínea Mexicana de Aviación, y que un año de trabajo sin salario no se les haya sido retribuido, además de que las pensiones de los jubilados hubieran sido suspendidas de igual manera, un año antes del cierre de la empresa.
En el plantón se encontraba además una cafetería improvisada con un carrito, mesas y sillas, para que los ex trabajadores pudieran tener acceso a un ingreso mínimo para poder continuar con su lucha hasta que se liberaran sus pagos.
El desalojo se llevó a cabo entre jaloneos e intimidaciones por parte de la policía capitalina y del cuerpo de seguridad del aeropuerto, por lo cual los jubilados consideraron la posibilidad de levantar una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Posteriormente, los jubilados tuvieron un diálogo con el director de la terminal aérea, Alexandro Argudín, quien les dijo que durante la madrugada, la compañera de los jubilados Cecilia Beltrán, había pasado a su oficina a entregarle de manera oficial a través de un acta los mostradores que se encontraban ocupados, las casas de campaña y la cafetería que fue instalada desde Marzo pasado.
“Este espacio es de todos los trabajadores y jubilados de Mexicana de Aviación. No es de Cecilia Beltrán. Ella traicionó al movimiento, usted ordenó que nos desalojaran”,dijeron Fausto Guerrero, presidente de la Asociación de Trabajadores Jubilados y ex Trabajadores de la Aviación Mexicana (Ajteam) y Crescencio Morales, líder del Barzón popular.
Ante las protestas de los jubilados que mantenían que una sola persona no representaba a más de 700 personas y sobre la manera brutal de desalojarlos, el director del aeropuerto respondió que ellos no los desalojaron, sino que su compañera Cecilia Beltrán había sido quien había entregado las instalaciones.
Por ello, decenas de jubilados corrieron hacia el sitio recién desalojado para volverlo a ocupar, con el argumento de que el mismo director les había dicho que no habían sido desalojados, y como Beltrán no era nadie ahí, entonces todo era un malentendido.
Los jubilados no descartan que se trate de nuevo de desalojarlos. Los mostradores ya no cuentan con los logotipos de la aerolínea y sus cosas (casas de campaña y mobiliario de la cafetería) no les fueron regresadas.