¿El llamado a no votar es irresponsable?
En las redes sociales comienza una fuerte discusión y gran difusión de ambas posturas: votar contra el PRI versus NO votar.
Quienes están en la primera postura, de que es irresponsable no votar, argumentan que quienes mantienen la postura del “no voto” son en su mayoría gente de izquierda, sin esta fuerza que sume votos para la “izquierda” electoral, el PRI llevaría ventaja y le daría el triunfo electoral. Para muchos, la “esperanza” es aquel nuevo partido llamado MORENA, conformado cupularmente por los desplazados de otro viejo partido, el PRD.
En la otra postura, se encuentran los decepcionados de la partidocracia, en quienes no han coincidido con la toma de decisiones de las cúpulas de ningún partido, y que creen que la lucha ciudadana puede y debe darse de forma independiente y autónoma para conformar una nueva forma política que no dependa de los partidos políticos.
Los argumentos de la izquierda apartidista son:
- El gasto del erario en la farsa electoral: Los miles de millones que se gastan en financiar a los partidos políticos, las campañas electorales, las instituciones electorales, las instituciones jurídicas que abalan el juego electoral, la compra de votos, y las multitudinarias formas de hacer fraude en el proceso electoral que también tienen un costo. Y sí, la “izquierda” electoral también trata de ganar mediante el gasto económico, la posición mediática y de imagen.
- La desesperanza y frustración que provoca en el ciudadano que entre más procura que gane el menos peor más complejas y avanzadas se vuelven los métodos y técnicas para hacer fraude electoral. Las elecciones se han convertido en un juego donde gana el peor, el más corrupto, el más cínico y el que menos respeta las reglas.
- Los partidos políticos son un candado que evita la participación ciudadana real en la política. Toda la fuerza política del ciudadano se reduce a un voto. No sabe qué es lo que deciden los políticos y si lo sabe no tiene posibilidad de disentir pues ha delegado su decisión a un representante que ni siquiera conoce. Pocos pueden acceder a esa fuente de poder y es mediante un camino de corrupción, de trabajo clientelar, de compra de votos que pueden acceder a una candidatura por un partido.
- Aunque se plantea como probabilidad la candidatura independiente para poder ser candidato sin el candado de los partidos políticos; el ciudadano que quiera emprender esa competencia contra la maquinaria partidista no recibe el mismo apoyo institucional. La influencia de un individuo no traspasa el ámbito local; las posibilidades de posicionarse nacionalmente son casi nulas. Aún ganando una diputación o gobierno local, los Partidos Políticos tienen el monopolio institucional y de gobierno.
- Votar o anular el voto permite que tecnológicamente esos votos puedan ser transformados por una computadora en puntos a favor del contrario. Pero, además legitiman la partidocracia, es la voz del ciudadano diciendo que sigue estando de acuerdo en delegar su poder político en el menos peor de los candidatos que se le ofrecen. Es dar un sentido aprobatorio a la clase política. El verdadero castigo a la clase política que antepone sus posicionamientos políticos, acciones, decisiones y discursos al interés de partido sería dejarlos solos en la urnas.
Sin embargo, la propuesta de no votar por supuesto que sería irresponsable si no se le respalda con trabajo político, con participación política. Quizá sería mejor no discutir con quienes quieren votar, demostrar con hechos que existe otra forma de hacer política e ir mezclando al proceso electoral la democracia directa por asambleas y algún día desplazar a los partidos por la verdadera influencia ciudadana.
Mencionamos brevemente que las propuestas más comunes de democracia directa son la conformación de células ciudadanas, ya sea por familia, grupo de amigos o colectivos; que tengan como propósito la formación de cultura política y el respaldo de acciones como la desobediencia civil. Y una propuesta más amplia: las asambleas populares; orientadas a la organización local, vecinal o por sector (estudiantil, obrero, artístico, etc); donde el hablar de temas comunitarios y votar directamente para tomar decisiones nos devuelve nuestro influencia en el ámbito público.
El engaño de la democracia representativa es hacernos creer que somos personas que pueden vivir en el individualismo y prescindir de la vida comunitaria. Ni psicológicamente ni económicamente, ni políticamente esto es posible y por ello el reducir nuestra influencia al voto nos ha llevado al fracaso sistémico.
Dependemos unos de otros como especie. En este sentido la organización por asambleas populares es el regreso a romper con la individualidad impuesta artificialmente por el sistema neoliberal de consumo. La comunidad corresponde a nuestra naturaleza gregaria.
Las asambleas no deberían limitarse a sustituir la coyuntura política de Ayotzinapa o para hacer de proceso de transición en la crisis del priísmo; debe ser algo a lo que retornemos y no abandonemos nunca más. El ciudadano no debe perder su influencia ni su educación política constante.
Muchos ciudadanos defensores de la partidocracia no tienen esperanza en la asamblea popular pues consideran que tardaríamos mucho en organizarnos. Sin embargo, esta forma de organización política ya tiene décadas que se realiza cuando los pobladores de algún lugar tienen que defenderse de las decisiones de los políticos que afectan a su localidad.
Múltiples asambleas del Distrito Federal se constituyeron por la lucha por el agua, por el derecho a la vivienda, para ampararse contra los cobros excesivos de luz, por defenderse contra la privatización los espacios y servicios públicos. Este ejercicio democrático logró la politización de mucha gente que a partir de ahí se dio cuenta de su poder como ciudadano cuando se organiza.
Las asambleas y la organización vecinal si bien pueden tener una influencia contra el exceso de poder de los gobernantes puede ir más allá. Podría constituirse como poder en sí mismo y prescindir de los gobernantes. A lo cual se le denomina autonomía, ejemplos de ello han ocurrido en las comunidades autónomas zapatistas y en Cherán. Esa propuesta comienza a extenderse a Guerrero y Oaxaca.
En ese sentido, si el boicot a las elecciones está respaldado por el trabajo político ciudadano sería el avance a la verdadera RESPONSABILIDAD política. Delegar en representantes nuestras decisiones comunitarias no es en ningún sentido responsable; nos ha hecho más apáticos y apartados de la vida pública; nos ha hecho dependientes de una cúpula que puede abusar de su poder. La responsabilidad política debe ser más que un voto; tenemos que reconstruir el espacio público ciudadano. Dejar de ser infantes en el significado prístino de la palabra: “el que no tiene voz”; y dejar de ser como dirían los griegos “idiotas” o desentendidos de los asuntos públicos.
El Distrito Federal, lo crean o no, tiene altas posibilidades de avanzar a un nuevo modelo político. Faltaría articular las asambleas ya existentes y multiplicar en cada colonia la asamblea como forma de organización política.
En “www.ellosynosotros.com” estaremos informando de los avances y sucesos respecto a la organización ciudadana.
Si alguno de nuestros lectores está interesado en constituir su asamblea vecinal y requiere alguna asesoría, o si está interesado en enlazar su asamblea en una red de asambleas nacional puede escribir a la página de Facebook: Consejo Nacional de Autodefensa y Desobediencia Civil.