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El caso Tlatlaya sigue dando mucho de qué hablar. El mal gobierno se empeña en hacerlo pasar como un enfrentamiento más, de esos que en el país se han vuelto cotidianos y que ya ni deberían asustarnos, pero la realidad es otra. Al salir a la luz los documentos que demuestran que las órdenes son claras y que se manda a los sicarios de verde a ‘abatir delincuentes’, nos damos cuenta que desde hace muchos años, desde que están en las calles, la estrategia es matar y no detener. 

Altos mandos del Ejército mexicano han estado dando órdenes a la tropa, no para detener a los presuntos delincuentes; más bien para ejecutarlos en las calles, violando con ello los derechos humanos y todos los protocolos de las Fuerzas Armadas. 

Ya lo de menos es que salga después Roberto Campa a tratar de ‘dorarnos la píldora’ al decirnos que ‘abatir’ puede decir cualquier cosa, menos matar, aunque en sus propios comunicados y en estos mismos documentos, usen la palabra como un sinónimo de matar.

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