Cuando se gobierna desde la televisión, se coloca en los espacios estratégicos a quienes puedan mantener la atención de los ciudadanos basándose en el morbo, la desinformación y usando las más sucias estrategias de ‘comunicación’. La idea es perder al espectador en una maraña de ‘información’ que no le permitan ver más allá de eso y así, impedirle que observe lo que realmente ocurre en su entorno. La Teledictadura es así y Laura Bozzo cumple a la perfección el papel para que fue contratada; ese de generar controversia, convertirse en heroína y distraer a la gente sumergiéndola en el morbo de temas tan delicados, como el de unos niños que jugaban a ser secuestradores.
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