Siempre lo hemos dicho: las aduanas y fronteras de México, son una coladera. Las complicidades de funcionarios y del mal gobierno, tanto mexicano, como estadounidense, han permitido que los cárteles de la droga se hayan hecho de armamento cada vez más efectivo y letal. El 70% de las armas que ingresan de manera ilegal a nuestro país y que van a parar a manos del crimen organizado, entran por la Frontera Norte; pero no solo es Estados Unidos el proveedor de ellas, también países de Asia y Europa han comerciado con los narcotraficantes y han metido a México miles de armas. Hoy, las organizaciones más peligrosas, cuentan con armas capaces de perforar blindajes y derribar helicópteros, como lo vimos el año pasado en Jalisco.
Los datos de la propia SEDENA demuestran que las aduanas en México, son una verdadera coladera. En el país, es ilegal portar armas, pero eso no ha sido impedimento para que haya cientos de miles de ellas en manos de la gente. No debemos preguntarnos por qué pasan estas cosas, porque la respuesta es muy lógica; el tráfico de armas es tolerado y así está planeado. La idea es seguir armando a la gente que mantiene aterroriazada a la población. No somos un país en guerra, pero los números de asesinatos por armas de fuego, nos equiparan a países como Iraq.
En Alemania se detectó la venta de armas, de manera ilegal, que habían ido a parar a estados del país, que por su extrema violencia, estaban prohibidos para poder realizar comercio de ellas. Esto ha provocado la investigación del suceso y se preparan sanciones para los involucrados, así como la prohibición de seguir comercializando armamento con México. Mientras que en nuestro país, el hecho tan grave, fue callado por el mal gobierno y no hay siquiera una línea de investigación sobre el tema (al menos que se sepa). Fueron estas armas las que llegaron a Guerrero y se usaron contra los alumnos de Ayotzinapa en aquél evento de 2011, en la Autopista del Sol.
El sur del Estado de México sigue siendo un foco rojo para el mal gobierno en México. Tanto los grupos de delincuentes, que ELLOS mismos han permitido establecerse y que han apoyado o se han coludido con ellas, así como las organizaciones sociales, que cansadas de los agravios de ambos, se han armado y han decidido defenderse, le representan ahora un inconveniente a los que están en la élite del poder. Los primeros, porque Tlatlaya sigue siendo un ejemplo de lo que son capaces de hacer (recordemos la masacre que perpetraron sus sicarios uniformados en ése lugar) y los segundos, porque les han puesto resistencia y les han incomodado a tal grado, que desaparecerlos se ha convertido en el método favorito.