En las últimas semanas nos hemos enterado que Andrés Manuel López Obrador, líder del cártel de Morena, ha sumado a sus filas a dos personajes que, cuando menos, son bastante cuestionables. El primer nombre que apareció y dejó descolocado a propios y a extraños, fue el de Esteban Moctezuma Barragán, quien durante el sexenio de Ernesto Zedillo fue Secretario de Gobernación y de Desarrollo Social; cercano al poder y a personajes indeseables como Carlos Salinas de Gortari y quien, además, traicionó los acuerdos que en 1995 se habían firmado con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, convirtiéndose en ‘el dedo’ que buscaba detener a la comandancia zapatista.
Posteriormente, supimos que AMLO nombró como ‘director de orquesta’ para su campaña (muy anticipada, por cierto) a otro indeseable; un tipo que dirigió la empresa que le juntó a Monsanto el 30% del germoplasma de semillas en el mundo y que cuando las tuvo juntas, se las vendió. Los hipócritas seguidores de AMLO, seguramente buscarán miles de pretextos para justificar que Alfonso Romo -un multimillonario que asegura no serlo- que además es amigo de Carlos Salinas, tiene que estar del lado del líder carismático de Morena. Lo harán, porque ellos mismos no saben cuál es el límite que separa a ‘La Mafia del Poder’, de las personas que no lo son.
Así, podemos descartar de la lista a Manuel Bartlet, que ayudara con el fraude de 1988; a Layda Sansores, que fuese en algún tiempo la presidenta del PRI en Campeche; a Evaristo ‘el ungido’, a quien el mismo AMLO llamó ‘corrupto’; a Ricardo Monreal y a su hermano, que fueran parte del PRI y quienes además tienen señalamientos de haber colaborado con el Cártel de los Zetas; a Esteban Moctezuma, ya mencionado y a Alfonso Romo, quien además sigue vendiendo productos a la propietaria de Monsanto actualmente, Bayer.