Osiel Cárdenas Guillen, fundador del Cártel del Golfo, compró una sentencia de 25 años (muy baja, para la cantidad de delitos que se le imputaron) por unos 50 millones de dólares y por aportar información sobre los grupos de la delincuencia organizada que operaban en la frontera mexicana con Texas. Los Zetas, que en aquél entonces eran el brazo armado del CDG, fueron quienes colaboraron en la recaudación de esa cantidad de dinero que estaba escondida en bunkers en México, pero al saber que no era para que Cárdenas Guillen saliera de la cárcel, se sintieron traicionados y se separaron del CDG, para convertirse en el cártel más sanguinario que ha habido en la historia de México.
