Probablemente sea simulación y el caso termine pareciéndose al de Tlatlaya, donde los militares acusados de ejecutar a personas, fueron exculpados y casi nos obligan a pedirles perdón por haber dudado de su ‘integridad’. Sin embargo, el hecho de que hoy se coloque en el ojo del huracán, nuevamente, a los sicarios de la Sedena, debe dejarnos en claro que estos criminales siguen actuando con total impunidad, porque se sienten y saben protegidos por sus mandos. Les han otorgado la ‘autoridad’ de ser jueces y verdugos de las personas que detienen y la sentencia que se les dicta es la de morir, ejecutados extrajudicialmente. Lo más preocupante, es que hay mucha gente en México que sigue apoyando estas prácticas, probablemente porque no alcancen a entender que al avalarlo, están aceptando que a ellos mismos les podría pasar.
